5:09 p. m.
Luis Eduardo Benites Ames
Este Domingo ha sido familiar. De piscina inflable y parrillada. Y además, celebramos el cumpleaños del mi segundo ahijado Miguel Angel (tengo tres) que cumplio seis años. Llegamos a la casa de mis suegros por la mañana, esperando que el sol prendiera en lo alto para calentar el agua. Los chicos igual se metieron a pesar del cielo nublado. Mientras los adultos ibamos tomando unas cervecitas para calmar la sed y aliviar el bochorno del calor, mis tres sobrinos y mi hija menor ya estaban chapoteando en el agua. El patio se lleno entonces de risas y juegos mientras nosotros los papás y abuelos ibamos haciendo hambre, conversando de los chismes familares y esperando que prendiera el fuego de la parrilla para empezar a cocinar.
Mi concuñado fue el encargado de preparar las carnes, dejando todo en su punto para el disfrute: antichuchos, bistec, chorizos y la infaltable papa peruana con su choclo acompañadas de su dosis de ají. A las dos de la tarde la primera orden ya estaba servida. Primero los más pequeños a la mesa, que deboraron todo por el hambre que tenian de tanto haber jugado. Luego los mayores, que acompañamos la comida con una botellita de vino borgoña. Fue un almuerzo animado, donde recordamos como paso cada uno el año nuevo y entre broma y broma, las horas fueron pasando y llego la hora de partir.
En el taxi, medio entre sueños, le iba indicando al chofer la ruta a seguir. El sol terminaba de ocultarse y al igual que nosotros, otras familia regresaban a casa seguramente igual de cansadas pero felices. Al parecer este sera un año muy familiar y ese es un buen augurio. Salud por eso.
En el taxi, medio entre sueños, le iba indicando al chofer la ruta a seguir. El sol terminaba de ocultarse y al igual que nosotros, otras familia regresaban a casa seguramente igual de cansadas pero felices. Al parecer este sera un año muy familiar y ese es un buen augurio. Salud por eso.
