viernes, 15 de enero de 2010

14) Milagrete

Luis Fernando ya esta decidido. Respira profundamente, toma valor y sale al ruedo. Ha cogido el capote dispuesto a enfrentar al joven becerro. Parado frente a él, patea el piso levantándo la polvareda, invitándolo al ataque. Ha venido desde Lima a Huancayo y por esas cosas de la vida ahora está frente a uno de sus sueño: ser un torero, un caballero de luces que quite el aliento con cada embestida, que enamore sin decir nada a la distancia, que salga entre vitores y aplausos en cada corrida, lleno de admiración y orgullo.

Lo ha imaginado varias veces en su mente pero ahora es diferente, la penumbra esta iluminada solo por la luz de los autos que forman el circulo que limita el ruedo. El traje apenas se distingue entre el polvo. El capote, ya decolorado no tiene ese tono carmesí, como brasa al rojo vivo que se ve en las grandes plazas. La profundidad de la noche solo deja ver un timido rubor coloreando la tela, como avergonzada. Pero aún asi la provocación funciona. El movimiento y los gritos hacen que el animal se acerque y en la embestida Luis Fernando pueda casi completar un pase, dejándo al becerro con el impetú de encontrar un blanco. Y por eso se repliega, regresa al ataque pero ahora  solo queda correr ante la reacción enfurecida del animal.

Correr y correr, tratando de ponerse a salvo, sentir la respiración llegando cada vez más cerca, quemándole el cuello y salir disparado hacia la rueda de los camiones por la embestida. La caída ha dejado los brazos heridos y sangrantes y el cuerpo maltrecho pero hay que levantarse. El aprendiz de torero se repone entonces y levanta los brazos, y la gente que lo acompaña grita alborotada. Luis Fernando sonrie agradecido por el apoyo, pero sabe que tal vez no lo vuelva a intentar.

Rodeado de su familia, que ha llegado hasta la casa para saludarlo por su cumpleaños Don Luis Fernando, Don Lucho; recuerda ese momento emocionante cuando tenía 18 años y que perdura fresco en su memoria. Ahora ya tiene 82 años y la satisfacción de ver a sus nietos y bisnietos acompañandolo a celebrar un año más de vida. Un año más en la aventura del diario vivir.

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